sábado, 6 de agosto de 2011

Dejar de extraer petroleo para conservar vida. ¿Y Colombia que?

Propuesta de conservación natural en Ecuador
Dejar el petróleo bajo tierra
Por: Juan David Torres Duarte

Ecuador debe resolver un dilema ecológico: explotar el petróleo de la reserva natural Yasuní o mantenerla virgen con una contribución internacional de US$3.600 millones.
Foto: Cortesía Yasuní ITTEl Parque Natural Yasuní, declarado patrimonio intangible por el gobierno ecuatoriano, tiene cerca de un millón de hectáreas. La iniciativa Yasuní ITT ha recaudado cerca de US$2 millones. Enlaces patrocinados -

Parque Natural Yasuní
Aquí, en Colombia, los problemas ambientales se tratan de este modo:

Santurbán, ese páramo de oro y plata que surte de agua a Bucaramanga, codiciado por la multinacional canadiense Greystar, será objeto de una consulta popular el próximo 31 de octubre para blindarlo frente a cualquier posibilidad de explotación. Nadie extraerá de él nada. Ni un gramo de oro.

Allá, en Ecuador, los problemas ambientales se resuelven de otro modo.

Yasuní, una reserva natural colmada de petróleo y biodiversidad en la amazonia ecuatoriana, está en las manos de una sola persona, Ivonne Baki, que busca resolver una duda nacional: explotar las profundidades o mantener virgen la región. Sin extraer nada. Sin tomar un barril de petróleo. Y a cambio la comunidad internacional debe retribuir a Ecuador la mitad de lo que ganaría en caso de explotar: US$3.600 millones.

— Para mí —asegura desde Ecuador a este diario Baki, jefa negociadora de la iniciativa Yasuní ITT— es la oportunidad de hacer algo increíble, aunque sea con un granito de arena.

Ivonne Baki fue mediadora de conflictos —en América, en Oriente Medio—, presidenta del Parlamento Andino y tiene un historial de reconocimientos extenso —méritos en Reino Unido, Ecuador, Líbano—. Fue, Ivonne Baki, candidata a la presidencia de Ecuador en 2002. Habla cinco idiomas. Fue, Ivonne Baki, embajadora de este país en Estados Unidos y embajadora de buena voluntad de la Unesco. Pero hoy, cuando se encarga de convencer a la comunidad internacional para sostener el proyecto Yasuní ITT, cuando el cuidado de la selva amazónica es su objeto principal, los títulos, los cargos y la historia son lo de menos. Baki sabe que muchos no comprenden su propuesta de inmediato. Y, también, que es quizá lo más difícil que jamás haya hecho.

— He negociado muchas cosas —dice Baki—. Pero esto no-es-fácil.

“¿Cómo es posible?”

Yasuní ITT es un proyecto ecológico que el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, presentó ante las Naciones Unidas en 2007. El terreno, ubicado en la frontera con Perú y compuesto por las poblaciones de Ishpingo, Tambococha y Tiputini, contiene el 20% del petróleo ecuatoriano, el principal ingreso de la nación. Correa propuso, en ese entonces, que Ecuador dejaría bajo tierra más de 840 millones de barriles de petróleo si y sólo si la comunidad internacional aportaba US$3.600 millones en un período de 13 años.

Si no es así, 407 millones de toneladas de dióxido de carbono llegarían a la atmósfera. Y ya se sabe qué hace el dióxido de carbono.

A través de Yasuní ITT el Gobierno creó un fideicomiso, administrado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, al que han llegado cerca de US$2 millones; los compromisos de otros países —promesas verbales— suman US$40 millones. Las fuentes de financiación son diversas. En principio, la iniciativa se dirigió a los Estados. Entonces hubo conversaciones con Alemania, España, el Estado de Valonia (Bélgica), Chile, Francia. Contribuyeron, sí, pero no fue suficiente. Rafael Correa, en cierto momento, se sintió decepcionado. Baki también.

La iniciativa se abrió de manera paulatina y ahora las empresas, los municipios, las alcaldías y los ciudadanos de a pie, quien quiera, pueden contribuir desde un dólar. De hecho, Rafael Correa, luego de que un juez anunciara que los directivos del diario El Universo debían pagar US$40 millones a causa de una demanda interpuesta por el presidente, aseveró a través de su abogado que donaría el dinero a Yasuní ITT. El dinero de la demanda contra un periódico invertido en el cuidado de la selva amazónica.

— A veces dicen: ¿cómo es posible que un país que tenga petróleo lo deja de sacar? —cuenta Baki—. Ésa es la idea de esta iniciativa: cómo podemos hacer un cambio de cultura, de dependencia.

Las negociaciones con Alemania, que al inicio fueron tan fructíferas, de repente se complicaron. El Ministerio de Cooperación Alemán, afirma Baki, argumentó que si aprobaba esta iniciativa podría sentar un precedente. Dicho de otro modo: que sería poco conveniente porque así varios países podrían acudir a esta modalidad de pago por servicios ambientales.

— Ahora se están abriendo las puertas otra vez con Alemania —agrega Baki—. Ha sido difícil porque es una idea nueva, y todas las ideas nuevas de cambio no son fáciles de aceptar.

El plan B

Sin embargo, el Parque Natural Yasuní no es virgen. El campo contiguo, llamado Bloque 31 y regentado por Petroamazonas desde 2008, planea extraer petróleo en 2012. El Bloque 14, que incluso ocupa una parte del territorio indígena Huaorani, está en manos de PetroOriental, que comenzó operaciones en 2002. Así, lo que queda es un cuarto de parque en el que, de fracasar el proyecto, abrirían 130 pozos petroleros, cuyas operaciones podrían —podrían— ensuciar las aguas con sustancias tóxicas, reformar el ecosistema, transformar el carácter de la vida cotidiana, alejada, de las comunidades Tagaeri y Taromenane.

— Esa es la razón por la que en ese lugar no es bueno sacar el petróleo —enfatiza Baki—. Cualquier cambio puede dañar muchísimo ese ambiente tan frágil que tenemos.

Para que el bloque ITT de Yasuní quede intacto, habría que recaudar US$100 millones hasta diciembre de este año. Baki dice, sin embargo, que se sentará a la mesa con el presidente y, así no tengan el dinero previsto, mirarán las posibilidades. Y una de las oportunidades para que Ecuador entere a la comunidad internacional de su proyecto será el próximo 23 de septiembre, en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Ban Ki-moon y Rafael Correa presentarán los resultados de la iniciativa y sus proyecciones futuras. El gobierno mostrará en la reunión que Yasuní no es un sueño, sino una realidad.

Quienes aporten a la cuenta de Yasuní tendrán un certificado que se convierte en deuda pública, y que en caso de que el proyecto no prospere servirá sólo para que el gobierno devuelva el dinero. Por ahora, los ingresos, aclara Baki, se invertirán en programas de energías alternativas y en el sostenimiento de las comunidades que habitan esta zona.

Mientras tanto, entre utopías y realidades, el plan B —abrir tierra, extraer petróleo— está en proceso. Aunque no existe una fecha de explotación, pues los estudios sobre el terreno apenas comienzan, y el gobierno busca más recursos, es posible que a través de una consulta popular o por aprobación del Congreso, Yasuní entero —declarado patrimonio intangible y protegido por la Constitución— se convierta en un campo petrolero.

— Creo que si el plan B es el que se hace —asegura Baki— es porque no vemos que hay apoyo del mundo.

“Para siempre”

— De los pocos países que pueden replicar esta iniciativa —sentencia Baki—, uno de ellos es Colombia. Cerca de 10 naciones también tienen la oportunidad.

No cualquier país puede hacer lo que sugiere Ecuador. Es necesario, según Baki, que sea una nación en desarrollo, que tenga unas reservas grandes de petróleo y que, en últimas, tenga un poco de conciencia ambiental. Y Colombia tiene esas condiciones. Porque si el petróleo de Yasuní —que en huaorani significa ‘tierra sagrada’— fuera extraído, millones de toneladas de dióxido de carbono quedarían en la atmósfera.

— Porque la tierra va a seguir —sostiene Baki—. Los que vamos a morir somos los seres humanos si esto sigue así.

Las delegaciones de algunos países visitaron Yasuní hace algunas semanas para analizar la propuesta. China aportó US$20.000 y Rusia presentó un proyecto de energía renovable que daría parte de sus excedentes a Yasuní.

En 13 años —ése es el plan A— Ecuador obtendrá US$3.600 millones, sin contaminar y sin deforestar. Pero, ¿por cuánto tiempo se quedará el petróleo bajo tierra? Una respuesta posible —posible— es la que da la página de Amazonia por la Vida:

“Para siempre”.

La explotación minera: otra cara

En Colombia, 22 páramos son explotados por cuenta de la concesión de 391 títulos mineros. De ellos, 44 se encuentran en Santurbán y 88, en Pisba (Boyacá). En conclusión, más de 100.000 hectáreas de páramos sirven para extraer oro, plata y carbón.

La semana pasada, la contralora general, Sandra Morelli, advirtió al Minambiente que debe revisar las actividades mineras de la empresa AngloGold Ashanti en Cajamarca, Tolima, porque podrían afectar el suministro de agua para la población

¿Por quéChile?

¿Por qué Chile?
Por: Eduardo Lora*

Miles de jóvenes chilenos han decidido desafiar las prohibiciones oficiales y se han lanzado a la calle en demanda de reformas y más recursos para el sistema educativo. Hay cientos de detenidos y un clima de tensión como no se había visto desde la caída de la dictadura en 1991.

Para algunos observadores, el conflicto es evidencia del rápido desgaste que está sufriendo la democracia en manos de un gobierno de derecha. Para otros significa el despertar de una democracia que había estado adormecida. La explicación puede estar en otro lado.

A primera vista es difícil entender por qué hay revueltas estudiantiles en Chile, que tiene los mejores indicadores de calidad de la educación de América Latina, y no en aquellos países donde la cobertura es deficiente y los logros escolares son lamentables.

En las últimas pruebas internacionales de desempeño académico (PISA, por sus siglas en inglés) Chile quedó a la cabeza de los nueve países participantes de América Latina y el Caribe en lectura y en ciencias, y solo fue superado por Uruguay en matemáticas.

En Panamá y Perú, que ocuparon los últimos lugares en las pruebas PISA, los estudiantes siguen tan tranquilos, al igual que en todos los otros países que ni siquiera participan en estas evaluaciones por temor de conocer la verdad y de aceptar la importancia que tiene la educación.

Los estudiantes chilenos están rebotados justamente porque su educación ha llegado ya a un punto crítico en que sólo es posible demandar más y mejor educación. Los chilenos no quieren compararse con los latinoamericanos, sino con el mundo desarrollado al que quieren emular.

Chile y México son los dos únicos países latinoamericanos miembros de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, el exclusivo club de países ricos para el mejoramiento de las políticas públicas. En ese grupo son los dos países con los peores desempeños educativos.

La opinión que tiene la gente sobre la calidad de la educación está fuertemente influida por qué tan educados son. La mayoría de quienes tienen apenas alguna educación primaria se declaran satisfechos con las políticas educativas de sus países. En cambio, prácticamente nadie que cuenta con estudios universitarios completos piensa tal cosa. Esta paradoja de las aspiraciones es tan válida en Chile como en Honduras, para tomar dos ejemplos extremos dentro de América Latina.

Por supuesto, quien no tiene educación no sabe lo que se pierde. En general, la falta de aspiraciones debilita las demandas populares por mejores servicios sociales, sean ellos la educación, la salud o la protección social.

Como concluyó un estudio del BID (Calidad de Vida Más Allá de los Hechos, Desarrollo en las Américas, BID, 2008), “las sociedades más educadas, más integradas social, étnica y geográficamente y más participativas políticamente tienen mejores posibilidades de romper con esta paradoja de las aspiraciones. Una ciudadanía descontenta pero activa políticamente es mejor indicio de progreso social que una sociedad pasiva y tolerante”.

Por eso es que las revueltas en las calles de Santiago dicen mucho sobre el estado de la educación, no sólo en Chile, sino en toda América Latina.

*Nota: el autor está vinculado al BID, pero se expresa a título estrictamente personal