sábado, 6 de agosto de 2011

¿Por quéChile?

¿Por qué Chile?
Por: Eduardo Lora*

Miles de jóvenes chilenos han decidido desafiar las prohibiciones oficiales y se han lanzado a la calle en demanda de reformas y más recursos para el sistema educativo. Hay cientos de detenidos y un clima de tensión como no se había visto desde la caída de la dictadura en 1991.

Para algunos observadores, el conflicto es evidencia del rápido desgaste que está sufriendo la democracia en manos de un gobierno de derecha. Para otros significa el despertar de una democracia que había estado adormecida. La explicación puede estar en otro lado.

A primera vista es difícil entender por qué hay revueltas estudiantiles en Chile, que tiene los mejores indicadores de calidad de la educación de América Latina, y no en aquellos países donde la cobertura es deficiente y los logros escolares son lamentables.

En las últimas pruebas internacionales de desempeño académico (PISA, por sus siglas en inglés) Chile quedó a la cabeza de los nueve países participantes de América Latina y el Caribe en lectura y en ciencias, y solo fue superado por Uruguay en matemáticas.

En Panamá y Perú, que ocuparon los últimos lugares en las pruebas PISA, los estudiantes siguen tan tranquilos, al igual que en todos los otros países que ni siquiera participan en estas evaluaciones por temor de conocer la verdad y de aceptar la importancia que tiene la educación.

Los estudiantes chilenos están rebotados justamente porque su educación ha llegado ya a un punto crítico en que sólo es posible demandar más y mejor educación. Los chilenos no quieren compararse con los latinoamericanos, sino con el mundo desarrollado al que quieren emular.

Chile y México son los dos únicos países latinoamericanos miembros de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, el exclusivo club de países ricos para el mejoramiento de las políticas públicas. En ese grupo son los dos países con los peores desempeños educativos.

La opinión que tiene la gente sobre la calidad de la educación está fuertemente influida por qué tan educados son. La mayoría de quienes tienen apenas alguna educación primaria se declaran satisfechos con las políticas educativas de sus países. En cambio, prácticamente nadie que cuenta con estudios universitarios completos piensa tal cosa. Esta paradoja de las aspiraciones es tan válida en Chile como en Honduras, para tomar dos ejemplos extremos dentro de América Latina.

Por supuesto, quien no tiene educación no sabe lo que se pierde. En general, la falta de aspiraciones debilita las demandas populares por mejores servicios sociales, sean ellos la educación, la salud o la protección social.

Como concluyó un estudio del BID (Calidad de Vida Más Allá de los Hechos, Desarrollo en las Américas, BID, 2008), “las sociedades más educadas, más integradas social, étnica y geográficamente y más participativas políticamente tienen mejores posibilidades de romper con esta paradoja de las aspiraciones. Una ciudadanía descontenta pero activa políticamente es mejor indicio de progreso social que una sociedad pasiva y tolerante”.

Por eso es que las revueltas en las calles de Santiago dicen mucho sobre el estado de la educación, no sólo en Chile, sino en toda América Latina.

*Nota: el autor está vinculado al BID, pero se expresa a título estrictamente personal

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